El 12 de febrero los periódicos de medio mundo amanecieron con la cancelación del Mobile World Congress impresa en sus portadas. ¿La causa? El miedo al coronavirus y su contagio en una feria tan internacional como esta, en la que se esperaban más de 100.000 personas provenientes de 200 países alrededor del globo. La inminente decisión tenía consecuencias y muchas en la economía local de nuestra ciudad. Barcelona veía cancelado de la noche a la mañana un evento que iba a generar unos 500 millones de euros y más de 13.000 puestos de trabajo.
Es aquí cuando el ecosistema emprendedor de la ciudad comenzó a movilizarse. Carlos Blanco, emprendedor e inversor de startups, dio el pistoletazo de salida con un tweet que fue el detonante de otros miles de llamadas a la acción. ¿El objetivo? Ayudar a la ciudad a evitar el fiasco económico y social en la medida de lo posible, contraprogramando eventos, acciones y conferencias para los mismos días del Mobile que hicieran que muchos de sus asistentes mantuvieran sus viajes y Barcelona pudiera suavizar parte del golpe.
Desde Impact Hub Barcelona nos unimos a los posts iniciales en las redes junto a otros cientos de personas, organizaciones y personas emprendedoras que de manera espontánea se habían ofrecido a colaborar para organizar a contrarreloj, en menos de 10 días y sin recursos económicos previstos, un evento espontáneo, pero de clase mundial. Y lo que pasó a continuación, no podríamos haberlo siquiera imaginado.
Tras los posts comenzaron las llamadas, los grupos de telegram abiertos, las reuniones y las convocatorias abiertas. De 5 a 10, y de 10 a 30. Las personas y entidades que empezamos a auto organizarnos nos fuimos multiplicando exponencialmente en cuestión de horas. Y las administraciones públicas se unieron a la iniciativa y la auspiciaron. Ya estábamos todos: ciudadanía, empresa y sector público, pero con una diferencia respecto a lo usual; debido a su origen, la iniciativa tenía una organización distribuida -y no centralizada- mediante un conjunto de diferentes nodos colaborativos con espacios, contenidos y agendas propias. Todas ellas se agrupaban bajo el hashtag #TechSpiritBarcelona y la mayoría de ellas se coordinaban entre sí.
Desde Impact Hub Barcelona tuvimos la oportunidad de sumarnos, coorganizar y acoger en nuestro espacio el evento #Tech4SDG, que acogió y aglutinó al ecosistema de impacto. Fue una decisión arriesgada, puesto que ni siquiera habíamos abierto aún como espacio. Sin embargo, lo percibimos como una gran oportunidad de darnos a conocer a la ciudad, y tuvimos claro que debíamos ser nosotros, sin duda, quienes acogiéramos un evento de tales características.
Junto con nuestros compañeros de aventura, Ship2B, OuiShare, TechBloom, SitEvents, Ashoka, Amces y Huertos in the Sky, y muchas otras personas y organizaciones que se implicaron con su tiempo, tuvimos el atrevimiento de ponernos una meta de dos jornadas de 9 horas seguidas llenas de contenidos simultáneos: talleres, mesas redondas y conferencias, encuentros de startups y también chill out para networking. Y lo conseguimos trabajando desinteresadamente y a contrarreloj, con sustos de última hora y fallos varios, pero con un resultado final que fue mágico, y que nos gustaría compartir a través de este vídeo resumen.
Se ha escrito mucho sobre qué necesita una iniciativa para pasar de idea a realidad, para que disponga del apoyo de todas las partes interesadas, para que sea impulsada por todos y todas y triunfe. #TechSpiritBarcelona tenía todas las papeletas para fracasar y sin embargo fue un éxito. Podemos decir que parte fundamental de ello se dio gracias a la cooperación y al propósito común.
En primer lugar, cooperación como herramienta fundamental de trabajo entre entidades, que para que sea exitosa debe ser regada por la circulación bidireccional de la información entre todos los agentes y un proceso de toma de decisiones horizontal y participativo entre todas ellas. Desde lo intangible, cooperar es entender, empatizar y ser sensible al entorno. Cooperar es colaborar remando en una misma dirección, aceptando que la misión que hay por delante beneficiará al conjunto sin un posible retorno en lo particular.
Y, en segundo lugar, propósito. Y aquí nos gustaría resaltar que propósito no es lo mismo que objetivo. Mientras este último implica un “qué” pretendemos conseguir o al menos un “a dónde” queremos llegar, el propósito abarca esto e incluye además el “cómo” y el “porqué”. El cómo porque el propósito se pierde si el objetivo se consiguiera, por ejemplo, haciendo trampas. Y el porqué porque llegar al objetivo sin convicción es utilitario y mercantil.
El objetivo debe ser claro y aceptado por todas las organizaciones que cooperan, pero el propósito incluye además el cariño y el amor a lo que se está haciendo en el camino. Su resultado debe tener más valor que la suma de las partes que lo hacen posible y sus efectos de beneficio compartido, mutuo y libre.
Así conseguimos hacer de #Tech4SDG una realidad. Y nos llevamos además un aprendizaje clave para el futuro de nuestro Impact Hub Barcelona: la cooperación y el propósito no son solo conceptos puntuales, son necesarios en la vida profesional diaria y son el futuro de la economía, el futuro del trabajo y el crecimiento sostenible.
Gracias de nuevo, y de corazón, a los equipos de Ship2B, OuiShare, TechBloom, SitEvents, Ashoka, Amces, Huertos in the Sky por lanzarse a montar esta locura con nosotros; gracias a Victor de Sleeping Creativity por el fantástico video, y a Ricard Badia por las geniales fotos; y gracias también al resto de entidades y personas que pusieron su granito de arena para que Tech4SDG pasara de ser un sueño a convertirse en una realidad en cuestión de diez días.
Y lo más interesante de todo es que todas las partes participantes coincidimos con el deseo de que no queremos que esto quede aquí… la web https://tech4sdg.org/ y el grupo de telegram #tech4sdg siguen activos, y ahora la pregunta que está en el aire es… “¿What’s next?”